Seres queridos (III)
Me alejé a todo trotar hacía mi apartamento, pensando lo que le diría a aquel millonario griego por no haber podido adquirir aquel cuadro tan caro y tan horroroso… «Tranquila», me dije, y entonces filosofé: «Cualquier excusa servirá… Pues estos extravagantes millonarios, siempre se creen todo aquello que no es verdad, tan solo creen realidades…
Seres queridos (II)
La intensidad de aquel momento se apoderó de mí y lancé un grito de incredulidad que resonó entre aquellas enmoquetadas paredes. «¡¡Seres queridos!!». El hombrecillo me miró de muy malas maneras: «Si, mi estimada madame, ellos son las almas de todas las personas que murieron en este lugar. Ellas se reencarnaron en estos bondadosos felinos…
Seres queridos (I)
En una bohemia metrópoli, de un lugar cualquiera, existía una concurrida ciudad en la que transitaban un gran número de anónimos intelectuales. Esta, en sus entrañas, escondía, con oscura intención, un vulgar callejón. Un callejón tenebroso y muy húmedo que, asombrosamente, todavía hoy, mantenía en pie unos funestos y tristes apartamentos cuya estructura amenazaba con…
Las manchas rojas (III)
Cangrejo, muy afectado, gritó: «¡¡Es el Sarrampín!!». «¿¡El Sarrampín…!?», le preguntaron muy incrédulos. «Sí.», les respondió él y añadió: «Sí, y los dos ratones colorados os lo han contagiado». «Pero… ¿qué es el Sarrampín?», le volvió a preguntar Lola. Entonces, Cangrejo les contó que, en realidad, el Sarrampín se manifestaba a través de unos enormes…
Las manchas rojas (II)
El pobre Nonet se cayó al suelo algo mareado por todo lo que le estaba ocurriendo, y las mariposas Mariposonas acudieron rápidamente en su ayuda y le llevaron a su casa para que pudiera descansar. A Lola, una pregunta empezó a darle vueltas en su cabeza…, ¿Por qué a Simpatía, Moix y a ella misma…
Las manchas rojas (I)
Lola estaba peinando sus coletas, pues eran las «4+ A» en punto y era hora de ir al cole. A Lola le encantaba la escuela, ¡pues era una estudiante muy brillante! Era tan y tan brillante que el director del colegio, el señor Algernon, le encargó una tarea muy importante: ¡asegurarse de que el reloj…
Peppino Puñetti ha muerto (V)
Tendida en la cama, amparada por el retrato de Santa Inés y con los nervios a flor de piel, por fin, la noche se plantó en mi ventana de manera contundente. Me levanté acelerada y me conduje presurosa hacía el ventanuco enredándome detrás de los largos y frágiles visillos que lo adornaban. Entonces, miré fijamente…
Peppino Puñetti ha muerto (IV)
Llegué a la pensión exhausta y con la respiración cabalgando a lo loco dentro de mí. Pero, gracias a Conchetta, y al maravilloso patio trasero que escondía la coqueta pensión y en el que albergaba un solemne limonero, una sublime higuera y unas mesillas de mármol italiano, Conchetta sirvió sus manjares más exquisitos a sus…
Peppino Puñetti ha muerto (III)
Sin darle mayor importancia a aquella improvisada reunión vecinal, rebocé mi dedo dentro del Cannnolo, extrayendo, de su interior, un sabrosísimo queso de ricota al que mi exigente paladar lo acogió con gran exaltación de máxima felicidad, mientras que yo parecía un cocodrilo, pues de mis ojos brotaban unas leves lágrimas de alegría contenida por…