El hotel de los ruidos (II)
Llegamos puntuales a la estación de London King´s Cross, la cual siempre es una inmensa satisfacción admirar… Pero, aquel placentero instante, se vería enturbiado por culpa de la torpeza de Yedda, mi doncella, al caerse del carrito de portaequipajes de manera violenta uno de los baúles que ella cerró con gran desacierto. Aquel baúl se…
El hotel de los ruidos (I)
Tras un malvado invierno que me mantuvo en cama dos meses a causa de un catarro envenenado, mi cuerpo, lentamente, fue recobrando las fuerzas que me fueron arrebatadas por aquella estación invernal criminal, a la que, ¡culpo e inculpo e imputo de atentar contra mi organismo! Pero, poco a poco y como si algo intuyera…
Pusa y Moc (II)
Detrás de las amapolas Lolas, corrían Gitana y sus tres hermanas. Para ellas era un día muy especial, pues era la primera vez que colaboraban en la preparación de un evento tan importante. Todo aquel alboroto, despertó a Pusa y Moc que… ¡se habían quedado dormidos! Aquel sobresalto por pensar que llegarían tarde a…
Pusa y Moc (I)
¡Y llegaron por fin, las vacaciones de verano! Como cada año, Pusa y Moc se trasladaron a su casita de Prado Estirado para poder participar, un verano más, en la importante carrera de bicicletas voladoras que organizaban todos los años las autoridades más ilustres de Prado Estirado. «¡Ahhh, que maravilla!», exclamó Moc al llegar a…
Seres queridos (IV)
Y, el anciano gato desapareció a través de un orificio que se encontraba cercano a una oxidada alcantarilla donde asomaban los bigotes de una rata. Tal vez fueran amantes y ella le esperaba de manera clandestina, como siempre había hecho a lo largo de una vida entera. Silenciosa y discreta, madame, la rata fue desvaneciéndose…
Seres queridos (III)
Me alejé a todo trotar hacía mi apartamento, pensando lo que le diría a aquel millonario griego por no haber podido adquirir aquel cuadro tan caro y tan horroroso… «Tranquila», me dije, y entonces filosofé: «Cualquier excusa servirá… Pues estos extravagantes millonarios, siempre se creen todo aquello que no es verdad, tan solo creen realidades…
Seres queridos (II)
La intensidad de aquel momento se apoderó de mí y lancé un grito de incredulidad que resonó entre aquellas enmoquetadas paredes. «¡¡Seres queridos!!». El hombrecillo me miró de muy malas maneras: «Si, mi estimada madame, ellos son las almas de todas las personas que murieron en este lugar. Ellas se reencarnaron en estos bondadosos felinos…
Seres queridos (I)
En una bohemia metrópoli, de un lugar cualquiera, existía una concurrida ciudad en la que transitaban un gran número de anónimos intelectuales. Esta, en sus entrañas, escondía, con oscura intención, un vulgar callejón. Un callejón tenebroso y muy húmedo que, asombrosamente, todavía hoy, mantenía en pie unos funestos y tristes apartamentos cuya estructura amenazaba con…