Curiosidades

Rafael Puig i Valls

Resulta asombroso descubrir -casi siempre por casualidad- los tesoros dormidos que ocultan las ciudades. Tesoros de enmascarada visibilidad que pasan totalmente inadvertidos por culpa, generalmente, de la ignorancia y el aparente abandono.

Circulaba yo de manera distraída, una calurosa tarde de verano, por la ciudad de Tarragona. La antigua Tarraco romana que, en fechas estivales, resulta irrespirable, no ya por las altas temperaturas propias del estío, si no por el gentío duplicado o triplicado de población que atora el normal funcionamiento de la capital.

Por este motivo, me alejé tanto como pude del conjunto arqueológico que rodea la metrópoli y que fue declarado por la Unesco, patrimonio de la humanidad. Debía esquivar al peligroso enjambre de turistas que, cámara en mano, disparaban a matar al propio arte que les rodeaba sin entender nada de nada.

Caminando, caminando, me refugié en un gran parque. Al principio me llamó la atención su variada vegetación: árboles titánicos, vestidos como si pertenecieran a otro tiempo, mostraban su elegancia en educada y afable arrogancia entre flores y plantas que adornaban con bellas filigranas un extenso recinto ajardinado. Lamentablemente, en alguno de sus rincones, la zarpa del inculto y malévolo vandalismo había hecho de las suyas, pero, a pesar de todo, ignoré aquella lastimosa y mediocre imagen y seguí disfrutando de aquel peculiar edén cuando, sin esperarlo, se apareció ella; una bella dama en forma de casa burguesa que me observaba…  Una bellísima construcción que me transportó de inmediato a los amables años de la antigua burguesía catalana. Aquella casa, que alzaba digna pero cansada, me vigilaba… Y, entonces comprendí que no se trataba tan solo de un parque para uso y disfrute de la ciudad, si no, que, en un tiempo lejano, todo aquello había sido una propiedad privada. La emoción empezó a cabalgar por mi mente y me incliné delante de la puerta principal de aquella edificación de principios del siglo XX para saludarla, y entonces fue cuando hallé aquel tesoro escondido; una pequeña placa conmemorativa con el busto esculpido de un hombre: «Rafael Puig i Valls –Enginyer de Monts – 1845-1920» (Rafael Puig i Vallls –Ingeniero de Montes -1845-1920). Aquel ilustre hombre fue un destacado botánico, escritor y ambientalista. Presidente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona y caballero de la legión de Honor por el gobierno francés entre otros muchos galardones.

«¡Caramba!», exclamé en voz alta. ¡Pero todavía había más…! Si, allí, sobre aquel mármol envejecido, y debajo del busto de tan glorioso personaje, tenía cincelada una breve cita del propio Rafael Puig i Valls. Un deseo expresado en algún momento y que, por fortuna, quedó grabado en aquella piedra: «Ha arribat l´hora de sembrar i de plantar, i inspirar als infants idees generoses de treball, de pau i estima a tot el creat. Estimar és viure, és fecundar la terra, és despertar les seves energies.» (Ha llegado la hora de sembrar y de plantar, e inspirar a los niños de ideas generosas de trabajo, de paz y de amor a todo lo creado. Amar es vivir, es fecundar la tierra, es despertar sus energías.)

Me quedé un buen rato procesando aquellas palabras cuyo mensaje me pareció de una brutal sabiduría atesorándolas en mi corazón. Preguntándome con desesperada impotencia, por qué el universo ha dejado de concebir a personas cuyo intelecto, humildad y bondad, puedan ser usados en beneficio de la humanidad… Al rato, entristecida, me despedí dándole las gracias a Rafael Puig i Valls por todo su legado; el construido, escrito y expresado. Deseando que, en algún momento, mucho más próximo que lejano, tengamos la capacidad intelectual necesaria y adecuada para poder plantar la justa inspiración que nos permita transformar a una sociedad perdida en oscuros laberintos, por caminos creativos llenos de luz.

Anna Val


«LOUIS DE FUNÈS»

Todo en este magistral actor es peculiar.

 Empezando por su verdadero y largo nombre; «Louis Germain David de Funès de Galarza y Soto», para seguir con su noble linaje español.

Su padre, abogado, pertenecía a una noble familia sevillana. Y, su madre, era hija de un notario coruñés.

Su infancia rebelde y mucho más rebelde su juventud, era indicativo de un gran talento artístico. Un «don», que la vida tiene reservado sólo para los más brillantes.

¡Un plaisir, monsieur!

Anna Val.


«PRÓLOGO DE JULIETTE O ARTLET. PUNTO Y FINAL»

NOTA

Cuando escribí este prólogo en un ejercicio de brutal sinceridad y sin inventar nada, tenía la absoluta tranquilidad de saber que mi novela jamás será leída por el escritor al cual hago mención.

Imaginar semejante situación, sería comparable a una angustiosa pesadilla nocturna.

Pues no podría dejar de pensar en el ácido e irónico comentario que el señor Vila-Matas podría dedicarme…

«Apreciada señora. Habría sido mucho mejor que jamás hubiese sabido de mi existencia».

Mi más profunda admiración y respeto, al gran escritor Enrique Vila-Matas.

«JULIETTE O ARLET. PUNTO Y FINAL»

PRÓLOGO

Por una extraña casualidad casual, llegó un mensaje de forma inesperada. Ni tan solo pude advertir que fuera de forma oportuna en el tiempo.

En esos momentos en los que debía dejar descansar el «centrifugado» de mis pensamientos, me acomodé en el sofá y encendí el televisor. Un programa de entrevistas.

«Entrevista a un autor».

Autor totalmente desconocido para mí. Ni tan siquiera pude retener su nombre.

Me atrapó su particular tono de voz y cómo relataba que su vida era una consecuencia de experiencias y vivencias surrealistas.

En ese instante, y con total desconocimiento de lo que pudo suceder para «etiquetar» su vida de este modo, quedé totalmente atrapada.

Prácticamente era el final de aquella entrevista, pero llegué a tiempo para oír de boca de un extraño, «el por qué» de mi abismo sentimental.

Relataba que vivía en París. Dijo la fecha, pero no soy capaz de recordarla.

Tenía que coger un tren, para realizar un viaje de París-Barcelona. «Un tren de los de antes».

Subió a ese tren en París. Compartiría el coche-cama de tres literas con dos extraños. Dormiría con dos extraños.

Dicho tren realizaba dos paradas antes de llegar a Barcelona. La primera parada era en Lyon.

Subió el primer pasajero, no lo hizo solo. Le acompañaba una jaula con un papagayo.

Él, al verle, tuvo el impulso de preguntarle por qué viajaba con un papagayo.

La respuesta del pasajero de Lyon fue: «Es el único ser que me ama».

No se dijeron nada más.

El tren realizó la segunda parada antes de llegar a Barcelona.

Subió el segundo pasajero.

Imagino que contaría que se saludaron, pero no lo recuerdo.

Los tres se dispusieron a ocupar sus respectivas literas para dormir.

Corrieron las cortinillas y apagaron la luz.

En ese instante, el oyó cómo el papagayo del pasajero de Lyon decía: «Je t´aime».

Para mí fue un instante brutal, no por el relato en sí, sino porque me sentí identificada con aquel papagayo.

Terminó el relato contando que le pidió por favor al pasajero de Lyon, si podía fotografiarle con el papagayo para poder mostrárselo a su madre cuando llegara a Barcelona.

Su madre, que siempre le creyó un «niño gris», tenía por costumbre no creer nada de lo que él contaba.

Yo era ese papagayo.

A partir de ese instante, lo comprendí todo.

La crueldad del amor. Te tiene enjaulado para poder oír tu constante «je t´aime».

Más tarde supe que el autor se llamaba Enrique Vila-Matas. A quien debo agradecer su viaje París-Barcelona, y poder comprender así mi caos sentimental.

Gracias al autor, Enrique Vila-Matas y a mi caos, ha nacido mi novela.

Juliette o Arlet. Punto y final.

Anna Val.


«MARÍA ELVIRA POMBO MARCHAND»

La vida es un camino largo, o no. Pero lo que sí es seguro, es que la vida siempre nos ofrece alternativas a nuestra realidad presente.

Este es el caso de María Elvira Pombo, que tras estudiar administración de empresas en la Universidad Javeriana de Bogotá, ejerció durante más de una década una exitosa carrera como ejecutiva en una prestigiosa empresa.

Esta vida profesional, fue compatible para que ella desarrollara una intensa vida espiritual. Algo que siempre estuvo presente en la vida de María Elvira. Pues su madre, ejerció una gran influencia en ella y sus hermanos con respecto a este tema. Estudió y se preparó para profundizar en el conocimiento espiritual de los ángeles.

Este nuevo aprendizaje, le ayudó cuando un día tomó una dolorosa decisión. Decidió dejar su trabajo por el que tanto tiempo dedicó en formarse, pero el cual, ya no le hacía feliz.

Puso punto y final a una etapa de su vida, abriéndose a una nueva alternativa que la ha llenado plenamente y en la que, actualmente es muy feliz.

María Elvira Pombo Marchand es Terapeuta con Ángeles y escribe libros, pero lo más importante para ella es ¡ayudar a los demás!

Y este capítulo de su vida, será el que marcará de manera especial, su obra literaria.

Anna Val.


 

«PAMELA LYNDON TRAVERS»

ESCRITORA, ACTRIZ Y PERIODISTA

Nacida en Australia, esta maravillosa autora, tuvo una infancia muy complicada.

Y este capítulo de su vida, será el que marcará de manera especial, su obra literaria.

Su padre alcohólico, murió de manera repentina. Su madre, a causa de esta inesperada muerte y del dolor que esta le provocó, quedó atrapada en una profunda depresión con tentativas suicidas.

Pamela quiso aislarse de tanto sufrimiento y proteger a sus hermanas de todo aquel drama. Como si de un juego se tratara, ella utilizó su magistral mente creativa en inventar maravillosas historias llenas de fantasía, las cuales, relataba a sus hermanas para crear un clima mucho más amable del que en realidad se vivía en aquel hogar.

Pasados los años, Pamela se trasladó a vivir a Inglaterra. Allí se casó, y desarrollo su vida de escritora. Empezó a publicar.

Y escribió, cómo no, ¡MARY POPPINS! Obra compuesta por ocho libros.

Un visionario cineasta, llamado Walter Elias Disney, se interesó por dicha obra proponiéndole a la escritora comprar los derechos de la misma para realizar una película. Algo, a lo que ella se negó rotundamente durante muchos años. Pero el visionario cineasta, guionista, productor y caricaturista americano que sabía cuánto dinero podría él ganar con aquella creación, lejos de desistir, siguió insistiendo.

Transcurrieron 20 años, y entrada Pamela en la edad madura, tal vez pensó que lo mejor sería aceptar aquella suculenta oferta para tener una vejez tranquila. Puso una condición, supervisar los guiones de la película. Disney aceptó, pero sabía que aquello acabaría de manera trágica. Las continuas discusiones y desaprobaciones de Pamela hacia el equipo creativo de la factoría, acabaron vetando su supervisión. Pamela no soportaba ver como aquella nueva creación, se alejaba agigantadamente, de su esencia escrita.

Terminó el rodaje de la película y aquello dio paso a la noche del estreno, convirtiéndose naturalmente en un gran acontecimiento. Ya se sabe, que el dinero todo lo mueve… Espaciosas limusinas, abrigos de pieles, mucho diamante, y como no, sus protagonistas también. Todos se sentaron muy expectantes para ver aquella nueva creación de Walt Disney. Al finalizar la filmación, todo el mundo aplaudió excitado. Todos menos Pamela, que quedó horrorizada por lo que había contemplado. Pues, lo que a ella le inspiró escribir «Mary Poppins», fue su trágica infancia. Y para nada fue alegre y mucho menos animada.

«¡Supercalifragilisticoespialidoso!»

 

Anna Val.