Seres queridos (III)
Me alejé a todo trotar hacía mi apartamento, pensando lo que le diría a aquel millonario griego por no haber podido adquirir aquel cuadro tan caro y tan horroroso… «Tranquila», me dije, y entonces filosofé: «Cualquier excusa servirá… Pues estos extravagantes millonarios, siempre se creen todo aquello que no es verdad, tan solo creen realidades…
Seres queridos (II)
La intensidad de aquel momento se apoderó de mí y lancé un grito de incredulidad que resonó entre aquellas enmoquetadas paredes. «¡¡Seres queridos!!». El hombrecillo me miró de muy malas maneras: «Si, mi estimada madame, ellos son las almas de todas las personas que murieron en este lugar. Ellas se reencarnaron en estos bondadosos felinos…
Seres queridos (I)
En una bohemia metrópoli, de un lugar cualquiera, existía una concurrida ciudad en la que transitaban un gran número de anónimos intelectuales. Esta, en sus entrañas, escondía, con oscura intención, un vulgar callejón. Un callejón tenebroso y muy húmedo que, asombrosamente, todavía hoy, mantenía en pie unos funestos y tristes apartamentos cuya estructura amenazaba con…