El hotel de los ruidos (V)
Aquella noche tan insolente que parecía no acabar nunca, fue desapareciendo al ser invadida por un bello y tranquilo amanecer anaranjado que entraba, casi de puntillas, a través de la ventana, tonificando la estancia, refrescándola de color para calmar el rebullir anímico que sentía por la negligencia cometida unas horas antes por culpa de Yedda.…
El hotel de los ruidos (IV)
Después de escuchar el desgarrador lamento de aquellas bisagras centenarias, me quedé en medio de la habitación en un trance contemplativo mientras Yedda vaciaba los baúles para colocar mis ropajes en el interior de unos robustos armarios de gruesa madera que parecían custodiar la encantadora habitación de estilo tudor. Una gran chimenea presidia la estancia,…
El hotel de los ruidos (III)
Al finalizar aquel largo recorrido, llegamos a nuestro destino, y con el cansancio aplastando mi espalda y mis posaderas, logré bajar del tren con la ayuda de uno de los mozos que allí se encontraba. Un poco más lejos nos aguardaba el conductor que nos llevaría al hotel: «¡Ladies and gentlemen suban al coche!», nos…
El hotel de los ruidos (II)
Llegamos puntuales a la estación de London King´s Cross, la cual siempre es una inmensa satisfacción admirar… Pero, aquel placentero instante, se vería enturbiado por culpa de la torpeza de Yedda, mi doncella, al caerse del carrito de portaequipajes de manera violenta uno de los baúles que ella cerró con gran desacierto. Aquel baúl se…
El hotel de los ruidos (I)
Tras un malvado invierno que me mantuvo en cama dos meses a causa de un catarro envenenado, mi cuerpo, lentamente, fue recobrando las fuerzas que me fueron arrebatadas por aquella estación invernal criminal, a la que, ¡culpo e inculpo e imputo de atentar contra mi organismo! Pero, poco a poco y como si algo intuyera…
Pusa y Moc (II)
Detrás de las amapolas Lolas, corrían Gitana y sus tres hermanas. Para ellas era un día muy especial, pues era la primera vez que colaboraban en la preparación de un evento tan importante. Todo aquel alboroto, despertó a Pusa y Moc que… ¡se habían quedado dormidos! Aquel sobresalto por pensar que llegarían tarde a…
Pusa y Moc (I)
¡Y llegaron por fin, las vacaciones de verano! Como cada año, Pusa y Moc se trasladaron a su casita de Prado Estirado para poder participar, un verano más, en la importante carrera de bicicletas voladoras que organizaban todos los años las autoridades más ilustres de Prado Estirado. «¡Ahhh, que maravilla!», exclamó Moc al llegar a…
Seres queridos (IV)
Y, el anciano gato desapareció a través de un orificio que se encontraba cercano a una oxidada alcantarilla donde asomaban los bigotes de una rata. Tal vez fueran amantes y ella le esperaba de manera clandestina, como siempre había hecho a lo largo de una vida entera. Silenciosa y discreta, madame, la rata fue desvaneciéndose…
Seres queridos (III)
Me alejé a todo trotar hacía mi apartamento, pensando lo que le diría a aquel millonario griego por no haber podido adquirir aquel cuadro tan caro y tan horroroso… «Tranquila», me dije, y entonces filosofé: «Cualquier excusa servirá… Pues estos extravagantes millonarios, siempre se creen todo aquello que no es verdad, tan solo creen realidades…