Símbolos milenarios
Un caluroso día de verano, me dirigía una vez más al encuentro de mi maestra.
Su casa reposaba junto al bello acantilado, en compañía del salado mar. Y juntas nos sentamos una tarde más.
Con su mirada profunda, con su sonrisa calmada, lanzó una sabia pregunta:
– ¿Qué ocurre cuando la vida te aprieta?
Aquellas palabras tan bien alineadas como una afilada flecha se clavaron en mi sien. No pude expresar mi respuesta.
Ella me miró y sonrió. Pronunció cinco palabras: HON–SHA–ZE–SHO–NEN.
De nuevo sonrió y añadió; ni pasado, ni presente, ni futuro. Más allá del espacio, del tiempo y la distancia, HON-SHA-ZE-SHO-NEN; centro, luz radiante, avance, objetivo y equilibrio.
Dirigió su mirada de forma pausada hacía el anaranjado atardecer. Entonces comprendí que cuando la vida te aprieta, nada ocurre. El HON-SHA-ZE-SHO-NEN, te envuelve en un cálido abrazo de luz, acunando tus emociones, y es entonces cuando descubres que en el fondo de tu ser, todo está en paz.