Recomendación literaria: Cromoterapia
Hoy de nuevo una recomendación para todos: “Los Secretos de la Cromoterapia” de Stephanie Morris.
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Título: Cromoterapia
Autora: Stephanie Norris
Librero b.v. (edición española)
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La cromoterapia se deslizó de forma sutil en mi vida.
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Llamó suavemente a mi puerta y la dejé entrar.
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Le pregunté qué deseaba, y ella me respondió:
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-Sabiduría y bienestar.
-Me parece bien.
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Le indiqué que me acompañara y ambas nos acomodamos en el diván. Permanecí en silencio y, en un ejercicio de escucha comprensiva, la dejé hablar.
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Me contó ella, la importancia de los colores, olores y cómo sanan nuestro cuerpo, mente y por supuesto, nuestra Alma.
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Cada color y olor, guarda un importante secreto. Descubrirlo revolucionará nuestra existencia.
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Cinco horas más tarde, la cromoterapia me había relatado todo aquello que yo necesitaba aprender.
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Le di de forma afectuosa las gracias, dando por finalizada su visita y la acompañé a mi estudio, indicándole el lugar donde podía descansar.
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Ella complacida, se acomodó en la tercera estantería de la derecha. Cerró los ojos y con una serena sonrisa, se quedó dormida.
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Me di la vuelta, comprobando con asombro que el color Naranja había invadido mi existencia. Necesitaba con urgencia el color y el aroma de aquel cítrico.
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De repente, mi fiel compañero de aroma, ese perfume que durante años me había acompañado, ¡ya no lo soportaba! Y entré en caos.
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Al rato, cuando me tranquilicé, tomé una decisión. A partir de aquel instante, mi Aura sería Naranja.
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Me dirigí sin contemplaciones hacía donde habitaba mi frasco de perfume. Le miré y le dije:
-Lo siento querido, a partir de hoy quedas desterrado de mi vida.
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Creo que no le gustó mucho oír aquellas demoledoras palabras, pero no le di tiempo a que pudiera reaccionar.
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Abrí la ventana y lo lancé al exterior con destino desconocido.
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Rauda y veloz, puse rumbo en busca de una perfumería. ¡Perfume con aroma a Naranja!
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Entré en la tienda de olores y se pegó a mí como un imán la dependienta.
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Le expliqué que necesitaba un perfume cuyo aroma fuese de auténtico cítrico anaranjado.
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Setenta y cinco perfumes más tarde y con la dependienta al borde del desmayo, yo no había hallado mi perfume deseado.
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Salí de la perfumería (acción que la dependienta agradeció) muy perdida.
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Abracé aquella incertidumbre y me dejé llevar.
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Al poco rato, un impulso repentino, hizo que me fijara en una pequeña tienda de exóticos perfumes.
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Entré sin pensar, pues yo soy muy respetuosa con dichos impulsos, ya que son sabios maestros.
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