Mundo Imaginado (VIII)
– ¿Habéis venido en busca de alguna fórmula medicinal? – les preguntó Sabina -.
– No – respondió Pastis -.
Pastis le explicó a Sabina cuál era su cometido, y la importancia de averiguar dónde habitaba Rosset, pues tenían la seguridad de que allí se encontraba Sel-la.
– Es un lugar muy lejano – dijo ella -.
– ¿Dónde está? – insistió Noxi – .
– En vuestra imaginación – respondió, sorprendiendo a los cuatro amigos -.
– ¡¿En nuestra imaginación?!
– Si, debéis unir vuestra imaginación y visualizar el lugar. Vuestra fuerza os transportará – les explicó Sabina -.
Las bellotas científicas, les entregaron un pequeño frasco. En su interior guardaban un jarabe con extracto de luz naranja.
– Tomad, esto os ayudará – les dijeron las bellotas -.
– ¡Muchas gracias! – respondieron agradecidos -.
Se fueron alejando de la Encina Sabina y se tomaron el jarabe. Empezaron a imaginar un pequeño y bello lugar lleno de luz blanca. Era el lugar más hermoso que podían haber imaginado jamás.
Se encontraron en medio de una gran pradera verde, rodeados de rojos cerezos y aterciopeladas flores parlanchinas, las cuales les miraban y no paraban de sonreír.
Pequeñas lucecitas bailaban armoniosamente a su alrededor, y un agradable perfume invadía todo el valle.
Vieron acercarse a una simpática y extraña criatura. Era un pequeño oso volador, que fue al encuentro de Murga, Tar, Noxi y Pastis.
– ¡Hola, amigos! – les saludó con simpática alegría -.
¿Quién eres? – le preguntó Murga -.
– Soy Folk – respondió el pequeño oso entre risas -.
– Yo sé quién eres… ¡Yo sé quién eres tú! Eres Pastis ¡ja, ja, ja! Pastis, Pastis… – repetía Folk -.
– ¿Cómo lo sabes? – preguntó sorprendido Pastis -.
– Porque estoy en tu imaginación imaginada ¡ja, ja, ja! – reía Folk -.
– Folk, ¿puedes ayudarnos? Hemos venido al encuentro de la sabia Sel-la – le explicó Tar -.
– Si, sí, sí. ¡Ya lo sé! ¡Venid! – les respondió Folk -.
Atravesaron un gran lago violeta, en él habitaban extrañas criaturas de colores.
Siguieron y cruzaron un largo camino de entre las montañas y cascadas, coronadas por un gigantesco arco iris. Hasta llegar a una cumbre montañosa, donde les esperaba una imponente y majestuosa ave, de gran plumaje y con una mirada penetrante.
Folk se inclinó delante de la gran Ave, los demás también hicieron lo mismo.