La desaparición de FA

17/02/2022 Desactivado Por Anna Val

El sol ya se había despertado risueño y muy feliz, iluminando con fuerza el lago de las mariposas hermosas.

Todos sus habitantes estaban muy contentos porque hoy celebrarían el gran día. Lo llamaban el día sorprendente, porque cualquier cosa podía ocurrir y, como todos los años, ¡organizarían una gran fiesta musical!

 

En esta ocasión esperaban con mucha emoción la actuación del gran cantante de ópera Tíbulo. ¡El extraordinario pez solista y el primero de la lista! Además, acudirían también, importantes personalidades como ¡Andreas y Petras!

Andreas y Petras eran dos grandes inventores. Ellos inventaron un mágico reloj: ¡el reloj de letras!  ¡Ah!, y por supuesto no podía faltar Astrid, que era una famosa actriz y que siempre llevaba un gran sombrero de color caramelo.

Por lo tanto, todos estaban muy atareados con los preparativos, pues debían darse mucha prisa ya que las actuaciones musicales empezarían a las «I O» en punto.

Trol estaba muy alterado y no dejaba de mirar el reloj. Se puso tan nervioso que su cara parecía la de un oso.

Moe, que era un excelente pintor, tenía una importante misión: dibujar tres largas líneas en el cielo, una debajo de otra para construir un bonito pentagrama en el que colocarían las notas musicales «DO RE MI FA SOL LA SI».

Mientras, Moli se esmeraba en limpiar las confortables nubes de algodón en las que se sentarían los invitados para que pudieran contemplar, sin ninguna dificultad, tan bello espectáculo. Pero, en un descuido, ¡las orejas de Moli quedaron atrapadas entre las líneas del pentagrama! «¡¡Ay!!», gritó. Afortunadamente, Mikas, que estaba cerca de ella, reaccionó con rapidez y la ayudó a desenredar sus orejas.

 

Cerca del lago, ¡Romina y Adel cocinaban un gran pastel! Era un fabuloso pastel de cerezas, pero no eran unas cerezas cualesquiera, no… ¡Eran las más rojas y suculentas que crecían en las fascinantes colinas de mantequilla amarilla!

El director de orquesta Pirata, que siempre daba la lata con su barita de hojalata, hizo su aparición acompañado de Terry, su ayudante, y que tenía una gran responsabilidad: asegurarse muy bien de que todas las notas musicales permanecían juntas y en orden dentro del pentagrama. No era una tarea fácil, pues la mayoría de las veces las traviesas notas no paraban de jugar…

Entre tanto, los invitados iban acomodándose, cada uno en su esponjosa y, blanca nube, esperando a que diera comienzo el concierto. ¡Y por fin, el reloj de letras marcó las «I O» en punto!

Entonces, se hizo un gran silencio. Muy serio, el director de orquesta Pirata empezó a mover suavemente su varita señalando cada nota para que Tíbulo pudiera cantar.

 

Las notas empezaron a danzar de manera traviesa con una sonrisa picarona y Tíbulo comenzó a entonar:

-¡¡DO!! ¡¡RE!! ¡¡MI!! ¡¡SOL!! ¡¡LA!! ¡¡SI!!

-¡¡Ohhh…!! ¡¡Se ha equivocado!! –exclamaron todos.

¡No podían creer lo que estaba sucediendo…!

– ¡¡Silencio!! ¡Volvamos a empezar! –ordenó el director de orquesta Pirata.

Tíbulo, muy aturdido y algo avergonzado, nuevamente las empezó a nombrar.

-¡¡DO!! ¡¡RE!! ¡¡MI!! ¡¡SOL!! ¡¡LA!! ¡¡SI!!

– ¡Ohhh…! –gritaron de nuevo.

Y entonces Terry se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo… «Pero… ¿¡dónde está FA!?», chilló muy enfadado.

– ¡Qué desastre! –protestó el director de orquesta Pirata que, en un descuido, ¡se tropezó con una lata!

Astrid, la gran actriz, muy alterada gritaba mientras movía su gran sombrero: -¡¡FA ha desaparecido!! ¡¡FA ha desaparecido!!

Nadie lograba comprender que pudo haberle sucedido a FA y, entre empujones, empezaron a correr para ir en su busca.

– ¡Menudo revuelo! –se lamentaban Andreas y Petras.

Pasado un buen rato, y sin rastro de la desaparecida FA, a todos les entró mucha hambre, y Romina y Adel pensaron que lo mejor sería comer aquel suculento pastel.

-¡¡Hmm…!! ¡¡Qué buena pinta!! –dijeron Trol y Mikas.

Y, como todos eran muy golosos, no dudaron en abalanzarse sobre el sabroso pastel y untar sus dedos en él. Pero, de repente, escucharon como del interior de aquel gigantesco pastel podía oírse una misteriosa musiquilla. Extrañado, Tíbulo dijo: – ¿Cómo puede tener música un pastel?

Aquella melodía cada vez sonaba más y más fuerte cuando, de pronto, ¡de los más profundo de aquel delicioso pastel apareció la glotona FA con una cereza sobre su cabeza!

 

Patidifusos, aplaudieron entre risas su regreso. Cantaron y bailaron y rodaron hasta el anochecer, cobijados debajo de un manto de estrellas brillantes y una gran luna radiante.

FIN


Anna Val.