El Viaje de Ongas (IV)

28/05/2021 Desactivado Por Anna Val

 

Murciélago se apresuró a tranquilizar a Ongas explicándole que había sido un simple apagón. Algo normal cuando hay tormenta y, por lo tanto, no había motivo para asustarse. Además, los peces linterna no tardaron en aparecer para alumbrar a toda la taberna. Pero, a pesar de ello, Ongas no podía evitar estar nervioso y un poco aterrado y le propuso a Murciélago tomar algo caliente para calmar los nervios.

Al salir de la habitación encontraron a las esponjas marinas muy atareadas secando un gran charco de agua que, debido a la tormenta, causó una pequeña inundación.

Murciélago y Ongas coincidieron en el comedor con Ixar que se les había adelantado y estaba tomando un delicioso caldo de erizo. Se saludaron y le dijeron a Boquerón que ellos tomarían lo mismo.

-Ixar, este es Murciélago, periodista y también se dirige a la Universidad Marina –le explicó Ongas.

– ¡Inquietantes noticias son las que llegan de los lejanos glaciares! –se lamentó Ixar moviendo la cabeza.

-Sí, lo último que se sabe es que una gran plaga de pulgas de nieve han invadió la universidad provocando la desaparición de los Pingüinos Ninos –les hizo saber Murciélago.

 

– ¡Pulgas! ¡¡Pulgas de nieve!! –gritó horrorizado Ongas mientras se rascaba la cabeza.

– ¡¿Cómo habrán llegado hasta allí?! –se preguntaba Ixar.

-La razón tal vez sea porque cuando el sol calienta en exceso provoca que la temperatura sea más cálida de lo habitual, entonces las pulgas de nieve, que habitan en los glaciares, aparecen –explicó Murciélago.

-¡¡Caray!! ¡Cuánto sabes Murciélago! –exclamó Ongas.

-Tendría sentido… -murmuro Ixar.

Los tres se quedaron muy pensativos y, en silencio, regresaron a sus habitaciones tropezando con las esponjas marinas que, agotadas de tanto trabajar, les regañaron por ser poco cuidadosos al pisar un charco de agua y… ¡otra vez vuelta a empezar!

Ongas se acomodó en su agradable colchón y Murciélago se instaló en la biga de madera que había en el techo de la habitación. Para que no pasara frío, Ongas le prestó la bufanda de la vuela Wanda. Murciélago se enroscó en ella pareciendo un pajarillo dentro de un nido.

Fue una noche muy extraña… Ongas oía voces que le hablaban… Pensó que tal vez fuese Murciélago, pero… ¡no! ¡¡Murciélago roncaba!!

Se incorporó de la cama prestando mucha atención para poder entender que decían aquellas extrañas voces y pudo oír un misterioso mensaje: «Debéis ir a la pirámide… A la pirámide donde se refleja el sol…».

Ongas, del susto, se levantó de la cama dando un gran brinco y empezó a gritar: «¡¡Despierta, Murciélago!! ¡¡Despierta!!». Sobresaltado, Murciélago cayó al suelo.

– ¡¿Qué ocurre?! ¡¿Qué ha pasado?! –preguntaba todo magullado.

– ¡Alguien ha dicho que debemos ir a la pirámide donde sale el sol! –le dijo muy asustado.

-Pero… ¡¿quién ha dicho esto?!  ¡Aquí tan solo estamos los dos! –protestó muy irritado.

Continuará…


Anna Val.