Abismo

18/12/2018 Desactivado Por Anna Val

.

Desde aquel extraño punto, aquel punto impreciso donde reposa la incertidumbre, la mirada se posa ya cansada.

– Recuerda -dice inoportunamente- el día en el que te profanó el Duende. ¡Soy el demonio! –te dijo-. Mas a ti te dio igual.

Después de Ifan, sólo quedaba el demonio.

Después de Ifan, ya no existía el mundo.

Después de Ifan, sólo tocaba hablar con los muertos.

Pero ellos tan altivos y tan selectivos, no querían saber de ti.

Y entonces él, tan comprensivo te advirtió:

– ¡Cuidado, soy el demonio!

Tu llave, aquel péndulo que siempre colgaba de tu sensual cuello, movía el tablero. La puerta de Satán.

Tu soledad que era muy vengativa, te empujaba cada noche a los brazos de aquella dimensión oscura y muy profunda.

De entre aquellas profundidades, afloraban las sombras oscuras. A las cuales jamás advertiste quien eras tú en realidad.

Anna Val