Las manchas rojas (II)
El pobre Nonet se cayó al suelo algo mareado por todo lo que le estaba ocurriendo, y las mariposas Mariposonas acudieron rápidamente en su ayuda y le llevaron a su casa para que pudiera descansar.
A Lola, una pregunta empezó a darle vueltas en su cabeza…, ¿Por qué a Simpatía, Moix y a ella misma no les habían aparecido esas peligrosas manchas rojas? Pues a ellos también les gustan mucho las cerezas…
Para descubrir el origen de aquel misterio decidieron ir a la tienda de Golosete, ya que, en ella, podías encontrar todos los dulces de colores e incluso, también, grandes barriles de cerezas muy rojas.
Al entrar en la tienda, Lola, Simpatía y Moix tenían la intención de advertirle que la escuela había tenido que cerrar por culpa de una epidemia de manchas rojas provocada por las cerezas invasoras. ¡Pero, desgraciadamente, encontraron a Golosete con tantas manchas rojas que casi le confundieron con un caramelo!
«¡¡Golosete, tú también tienes esas horribles manchas!!», exclamaron los tres a la vez.
En aquel mismo instante, entre los quejidos de dolor de Golosete, entró cangrejo con una enorme cereza. Al verlo, Golosete, Moix, Simpatía y Lola le gritaron muy espantados: «¡¡Cangrejo no comas esa cereza, te saldrán horribles manchas rojas!!».
«¿¡¡Cómo… !!?, exclamó cangrejo tirando en el suelo aquella gigantesca cereza.
Golosete y los demás le relataron que, por culpa de las cerezas invasoras, la escuela había tenido que cerrar.
A Cangrejo se le puso la cara del revés al oír lo que le habían contado y entonces, él, les dijo muy serio: «¡¡No son las cerezas!! ¿¡Es que no os habéis enterado…!?».
Todos se miraron muy extrañados y le preguntaron: «¿Qué ha pasado entonces, Cangrejo?»