Las manchas rojas (I)
Lola estaba peinando sus coletas, pues eran las «4+ A» en punto y era hora de ir al cole. A Lola le encantaba la escuela, ¡pues era una estudiante muy brillante! Era tan y tan brillante que el director del colegio, el señor Algernon, le encargó una tarea muy importante: ¡asegurarse de que el reloj del colegio funcionara correctamente! Lola se sentía muy feliz y, en compañía de sus dos mejores amigos, Simpatía y Moix, comprobaban, cada mañana, que las manecillas del reloj indicaran la hora correcta. A simpatía, todo aquello le provocaba una gran curiosidad. Además, ¡era una gran deportista! Y también era la capitana del equipo femenino de las pelotas voladoras. El juego de las pelotas voladoras consistía en lanzar varias pelotas al aire y conseguir, con gran maestría, que estas dieran tres saltos mortales en el aire y, ¡Simpatía siempre lo conseguía!
En cambio, Moix era un niño muy tranquilo. Era un niño diferente, dulce y muy bueno y ¡todos le querían mucho porque tenía la capacidad de que nadie se enfadara cuando repartía los lápices de colores! Además, era muy voluntarioso y siempre tenía una sonrisa para sus compañeros.
Una mañana, los tres amigos, de camino a la escuela, entre risas y alegrías, se encontraron a Nonet que iba corriendo muy acelerado.
– ¿¡Qué ocurre, Nonet!?, preguntaron Lola, Simpatía y Moix.
– ¡La escuela está cerrada! ¡Algo grave está pasando!, gritó. – ¡¡Son las manchas rojas!!-, añadió espantado y se fue veloz.
– ¿¡Qué la escuela está cerrada por unas manchas rojas…!?, repitieron incrédulos Lola, Simpatía y Moix. Aquella noticia dejó sorprendidos a los tres amigos, pues para ellos era la peor de las noticias… Entonces, como tres guerreros valientes, decidieron ir a la escuela para comprobar que ocurría en realidad. Cuando llegaron al parque de los columpios parlantes, que estaba muy cerca de la escuela, se encontraron a Tilú, y al preguntarle por qué estaba la escuela cerrada, Tilú les respondió lo mismo que Nonet: «¡Es por culpa de las manchas rojas!». Quedaron tan sorprendidos y con los ojos tan abiertos que Moix se dio cuenta que en las mejillas de Nonet ¡habían estampadas dos grandes manchas rojas! Entonces, Moix le preguntó por qué tenía aquellas manchas tan rojas en la cara.
– ¡Es por culpa de las cerezas invasoras!, le respondió Nonet un poco asustado.
Lola, Simpatía y Moix sabían que Nonet era muy goloso, y que se pasaba el día pensando en los dulces de cereza y el sirope rojo de fresa. Entonces, le preguntaron cómo podían ser invasoras las cerezas, a lo que Nonet respondió, que, si te pasabas el día pensando en ellas ¡te salían manchas rojas y te ponías muy enfermo! «¡Caramba…!», exclamaron los tres.